El camino de la "Mente Emocional" ayuda a los participantes a cerrar la brecha de rendimiento que las personas experimentan en su trabajo y a mejorar sus procesos de toma de decisiones. Las decisiones de bajo rendimiento en la mayoría de los casos no se deben a la falta de habilidades, sino a frenos inhibitorios internos que interfieren con el pensamiento racional. Sabemos que tenemos que o queremos hacer una cosa, pero luego no la hacemos ni hacemos otra.
¿Cuántas veces hemos mirado atrás y nos hemos dado cuenta de que hemos tomado decisiones equivocadas. En la mayoría de los casos lamentamos no escuchar nuestra voz interna, sino conformarnos a los modelos externos propuestos por otros, o doblados bajo la presión de su aprobación y expectativas.
Abrumados por el miedo a ser marginados o desaprobados, nos sentimos culpables y preferimos, para aliviar la ansiedad del futuro, sucumbir a la presión de los demás, pasando de hecho la responsabilidad de nuestra decisión a ellos.
A menudo nos arrepentimos de haber dejado de escuchar nuestros instintos. Que no hemos honrado nuestra autenticidad. Que no hemos abrazado elecciones más acordes con nuestros valores, viviendo plenamente nuestras más profundas y genuinas aspiraciones con serenidad de espíritu.
A partir de un análisis más profundo nos damos cuenta vagamente de que algo nos ha impedido y nos impide ser auténticos, sucumbiendo a la culpa y a la necesidad de la aprobación de los demás. Este es el efecto de nuestras heridas emocionales. Las creencias que las sostienen interfieren diariamente en nuestros procesos de toma de decisiones.
Nuestras heridas afectan a nuestra vida privada y profesional y nos impiden expresar quiénes somos. Nos bloquean en el crecimiento de nuestras carreras y en el logro de la felicidad y el éxito. Nuestras heridas corresponden a las lecciones que hemos aprendido en esta vida. Inconscientemente como niños nos enfrentamos a estos sufrimientos creando estrategias compensatorias.
Como adultos, tarde o temprano, nos damos cuenta de que estas estrategias son disfuncionales y un obstáculo para nuestro progreso, pero podemos decidir enfrentarnos a ellas iniciando un camino de crecimiento personal y profesional consciente.
Este trabajo se puede hacer de muchas maneras: prácticas de yoga, meditación, flores de Bach, oraciones, trabajo de los chakras, ayurveda, etc.
Personalmente prefiero enfrentar el miedo y el dolor directamente mirándolos a la cara. Por esta razón mi preferencia va a los métodos que van directamente a la raíz del problema: nuestra identificación con nuestros pensamientos y creencias. Por eso se llama nuestra identidad.
Nuestra identidad es una herramienta rígida que nos permite funcionar temporalmente de manera más o menos funcional en un contexto determinado.
Pero la realidad externa es un flujo constante y cambiante y afecta a nuestro contexto sin que lo sepamos, lo que hace que, en cierta medida, tarde o temprano, nuestra herramienta de trabajo sea disfuncional y necesite ser calibrada.
Cuando el nivel de disfuncionalidad es muy alto, aparece el sufrimiento. Una señal amistosa que nos obliga a ser cuidadosos a través del dolor.
Me di cuenta hace muchos años que nuestra experiencia de vida depende enteramente de nuestro sistema de creencias. Tanto desde el punto de vista de los significados que damos a las circunstancias como desde el punto de vista de las emociones que provocan.
Pasé muchos años estudiando las creencias y entendiendo cómo transformar su poder, usándolo a mi favor. El contenido de este curso le ayudará en esta transformación.
Este trabajo dura toda la vida. Aunque las malas hierbas sigan creciendo, será más fácil eliminarlas cada año y cada vez crecerán menos. El jardín será cada vez más hermoso y bien cuidado. Con la práctica, esta limpieza será más fácil y divertida.
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