Cómo encontrar tu pasión y vivir tu misión
Tienes que empezar por lo que más te interese y dedicarte a aprender a hacerlo bien. Inicialmente, según los cánones externos, aprende todo lo que se sepa sobre el tema. Luego impleméntalo todo hasta que te penetre los huesos.
Tienes que poner en práctica lo que hayas aprendido. No te limites a entenderlo. Mucha gente se detiene allí por pereza. Se necesita disciplina, firmeza y constancia en la práctica. No es algo que hagas para complacer a otros o para conformarte a estándares de referencia externos. La motivación tiene que surgir de dentro, para que así, la investigación, la capacidad de implementación y el aprendizaje nunca terminen.
Siempre se puede mejorar, encontrar diferentes circunstancias en las que aplicar ese conocimiento de diferentes maneras. Tienes que sentir tanto el placer y el orgullo saludable de hacerlo bien, como la frustración de saber que podrías hacerlo mejor. Al mismo tiempo, has de tener la humildad de saber que realmente sabes muy poco, comparado con lo que necesitas saber y puedes hacer. Te vuelves curioso, pensando en lo que aún no conoces, y continúas la práctica hacia la excelencia. Porque es un objetivo en movimiento.
Esto solo se logra poniendo todo de ti mismo hasta convertirte en un experto, el mejor de todos (no para otros, sino para ti mismo porque nunca estás satisfecho). El objetivo sigue cambiando solo, en la medida en que creces. Llega un momento en que se convierte en una búsqueda interna, un desafío a ti mismo. El trabajo y el juego pierden sus límites y se fusionan entre sí. Deja de preguntarte cuántas horas trabajas. Detente cuando estés agotado y reanuda tu labor tan pronto como renueves tu energía. El secreto es cómo aprendes a relacionarte con lo que haces, el significado simbólico que le das. El significado que asignas a lo que haces lo convierte en algo o aburrido o fascinante, porque ninguna actividad tiene significado intrínseco. Tú decides qué significado atribuir a tu labor y cómo relacionarte con ella. Si no haces esa transición interna, te será imposible encontrar la curiosidad que se necesita para transformar lo que haces en un juego, una aventura fascinante, misteriosa y mágica. Entonces y sólo entonces te conviertes en lo que estás haciendo, no hay más separaciones. Este es el nivel de maestría. Este proceso te transforma, y transforma a los demás a tu alrededor. Lo que produces tiene algo único en el mundo: tu esencia, el don profundo con el que naciste que ahora finalmente empiezas a compartir con otros. Crea unidad y un nivel de excelencia imposible de reproducir porque trae tu ADN, único en el mundo. **(Jiro Ono maestro de sushi)
En ese momento experimentas plenamente tu pasión y cumples tu misión. La pasión es como el agua caliente. Si no se mantiene el fuego ardiendo, la pasión se enfría hasta extinguirse * * (M. Hiroshi Shirai). El único que puede encender el fuego dentro de ti y mantenerlo ardiendo eres tú. Si usas el de otros, cuando llegas al punto del sufrimiento encuentras un bloqueo interno que te detiene. Sin el fuego interior que mantiene y aumenta la pasión, el sufrimiento trasciende el placer, abandonas y te retiras. Te contentas con vivir una vida mediocre y lamentar las oportunidades perdidas y los sueños sin realizar.
Se trata de un cambio de paradigma, un nivel diferente. Es una transición que te catapulta de la carrera a la misión. Empaña la atracción del brillo superficial de los símbolos de estatus. Disminuye la necesidad de dependencia emocional, que busca el reconocimiento de otros para nutrir el orgullo y la auto estima. Comienzas a responder y a satisfacer las necesidades de lograr una realización más intensa y compartir con los demás un valor único e invaluable: tu profunda autenticidad.